¿Por qué no se valora arte en Cádiz?
Hablar del mercado del arte en
Cádiz
es adentrarse en un territorio complejo. Una provincia rica en historia y talento, pero donde disciplinas como las artes visuales no han encontrado el apoyo necesario ni el público suficiente. Esto no se debe sólo a nuestro escaso poder adquisitivo, como nos dicen muchos, lo de nuestro nivel de renta es lo de menos. La situación tiene raíces más profundas: un sistema cultural desequilibrado, el papel insuficiente de las instituciones y una percepción social que coloca al arte en un lugar secundario.
A continuación, exploramos las razones de este fenómeno basándonos en experiencias reales y datos que reflejan el panorama actual.
¿Es el bajo poder adquisitivo el mayor obstáculo?
Es fácil pensar que el problema del arte en Cádiz se debe exclusivamente a la falta de recursos económicos, como nos han señalado en varias ocasiones personas del sector. Sin embargo, con nuestra experiencia relativamente breve pero intensa en este mundo del arte, consideramos, mi socia y esposa y yo que, además de los factores que detallaremos a continuación, los andaluces solemos partir de un nivel cultural que, lamentablemente, está por debajo de la media nacional. Esta circunstancia influye directamente en cómo valoramos el arte y el lugar que ocupa en nuestras vidas.
Uno de los principales desafíos para el arte en Cádiz radica en su posición dentro de la escala de valores del gaditano medio. Por nuestra profesión, de Olga y mia, la misma que nos ha permitido dedicarnos al arte, hemos tenido la oportunidad de visitar más de mil viviendas en Cádiz , y nuestra conclusión es clara: la gran mayoría de estas casas son estéticamente pobres, y es muy raro encontrar una obra de arte en sus paredes. A esto se suma la moda del
minimalismo, que, aunque ha sido un gran invento para suplir la falta de creatividad de algunos, también se ha convertido en una excusa más para evitar colgar arte en las paredes. Este enfoque, sumado a una visión funcionalista del espacio, refleja una preocupante desconexión emocional con el arte, algo que debería ser parte de nuestra vida cotidiana, pero que, lamentablemente, sigue estando lejos de serlo en nuestra sociedad.
Otro factor importante es el cambio de prioridades culturales tras la pandemia. Se ha potenciado la idea de que ahora lo esencial son las experiencias efímeras, como viajar o disfrutar de la gastronomía, olvidando que una obra de arte no es simplemente un objeto decorativo. El arte, en sí mismo, también es una experiencia, pero una que perdura y nos enriquece cada vez que la contemplamos, día tras día. Incorporar esta perspectiva sería un paso clave para darle al arte el lugar que merece en nuestra sociedad. Sí, resulta muy agradable viajar y comer en buenos restaurantes, pero no solo de pan vive el hombre.
Cultura gaditana: tradición que eclipsa a otras artes
En Cádiz, el
carnaval
y el flamenco son los grandes emblemas culturales. Estas expresiones son innegablemente valiosas y forman parte de nuestra identidad. Sin embargo, su protagonismo puede haber relegado a otras manifestaciones artísticas, como la pintura, la escultura, o las artes escénicas. Si Cádiz quiere ser fiel a su creatividad, podría potenciar estos pilares tradicionales, pero también abrir espacio para otras formas de arte.
Como ejemplo, el carnaval tiene un inmenso potencial como escaparate cultural. En lugar de reducirse a una fiesta de descontrol, podría venderse al exterior como una muestra única de nuestra gracia, ingenio e idiosincrasia. Esta estrategia no solo enriquecería la percepción del carnaval, sino que permitiría integrar nuevas formas de expresión en la oferta cultural de la provincia.
Sirva como ejemplo
Málaga, una ciudad reconocida por contar con una de las Semanas Santas y ferias más emblemáticas de España. Sin embargo, el éxito de Málaga como referente del turismo cultural no se debe únicamente a estas tradiciones populares. La ciudad ha sabido canalizar su capacidad económica hacia una apuesta estratégica por el arte y la cultura, consolidando un ecosistema que incluye más de 30 museos, capaces de atraer a un público diverso y de calidad.
Este ejemplo demuestra que, más allá del poder adquisitivo, son la visión, el compromiso institucional y la voluntad social los pilares esenciales para construir un mercado del arte sólido y próspero.
En este sentido, tenemos que continuar con…
El apoyo institucional público: avances y carencias
El papel de las instituciones públicas en Cádiz en relación con el arte ha sido, cuanto menos, desigual. Mientras que el actual equipo de gobierno del
Ayuntamiento de Cádiz
ha comenzado a ofrecer un apoyo tangible al sector artístico, algo que hay que reconocerle y agradecerle, las actitudes de gobiernos anteriores, como las del último equipo de gobierno de la
Diputación Provincial, dejan mucho que desear.
Un caso concreto ilustra esta falta de respaldo y respeto por el arte: durante la preparación de nuestra participación como galería en la semana grande del arte contemporáneo en Madrid, el anterior gobierno de la Diputación, su diputado de cultura, ahora alcalde de un pueblo de la provincia, negó la solicitud de 400 míseros euros para financiar el catálogo de la propuesta artística que llevábamos. Cabe destacar que nuestra galería fue la única representante de la provincia en este evento de relevancia mundial. Lo paradójico es que este apoyo ni siquiera fue solicitado por nosotros inicialmente, sino que nos lo propusieron, y aun así el resultado fue una pérdida de tiempo tras dos reuniones infructuosas con este señor.
En contraste, la actitud de otras comunidades autónomas hacia el arte resulta ejemplar. Por ejemplo, en las últimas ferias de arte de marzo en Madrid, la Comunidad de Madrid destinó más de 500.000 euros a la adquisición de arte contemporáneo, demostrando con este gesto no solo un apoyo efectivo a los artistas, sino también una visión generosa y estratégica. Asimismo, Extremadura, una región con menos recursos que Andalucía, montó un stand en
ARCO
para dar visibilidad al trabajo de sus creadores locales.
Este nivel de compromiso deja claro que la falta de mercado en Cádiz no es únicamente una cuestión de recursos económicos, sino, principalmente, de prioridades. Sin el respaldo decidido de las instituciones, el potencial artístico de la provincia continuará siendo ignorado y desaprovechado.
Las instituciones privadas y sus vicios
Las entidades privadas que deberían actuar como garantes del arte, tampoco están exentas de culpa. En lugar de trabajar por el bien del sector, la más rimbombante de la provincia parece más orientada a la pompa y al reconocimiento interno que al impacto tangible en el panorama cultural local. Sus prácticas endogámicas y los golpes de estado internos perpetúan su mediocridad. En lugar de crear un entorno dinámico y abierto, parecen más preocupadas por mantener su estatus, incluso a costa del fomento del arte y sus actores.
Tampoco ayuda que, aunque nuestra galería cuenta con solo dos años de trayectoria, siempre haya destacado por presentar trabajos de gran calidad artística. A pesar de ello, algunas personas reconocidas en el ámbito cultural provincial han llegado a recomendar a ciertos artistas, que tampoco sobresalen especialmente, evitar exponer con nosotros, argumentando que hacerlo sería "dar un paso atrás" en sus carreras.
Este tipo de actitudes no solo desincentivan la colaboración, sino que también dañan el ecosistema artístico local, frenando la evolución de un sector que necesita espacios, apoyo y visión para crecer.
¿Demasiado pintor/a y poco artista?
Un factor clave a considerar es la sobresaturación de contenido, tanto en redes sociales como en algunas galerías y mercadillos. La proliferación de obras de dudosa calidad ha banalizado el concepto de arte, provocando que el público pierda interés en adquirir piezas únicas. Incluso en los mercadillos de arte, donde se pueden encontrar obras originales por tan solo 15 o 20 euros, las ventas son escasas, y no es raro que los artistas terminen regresando a casa con sus trabajos bajo el brazo.
Antes, un pintor que copiaba a otro no tenía visibilidad, pero hoy puede exponer su trabajo en internet y en mercadillos, que piensan que hacen un favor al arte, cuando en realidad ocurre todo lo contrario. Estas plataformas, lejos de elevar el nivel artístico, han contribuido a desvirtuar el concepto de arte al saturar al público con piezas que muchas veces carecen de originalidad o calidad.
En cuanto a las redes sociales, su impacto en el arte está siendo un arma de doble filo. Si bien ofrecen visibilidad, también contribuyen a saturar al público con contenido que muchas veces no cumple con estándares artísticos. En el pasado, solo salían a la luz obras de buenos artistas, mientras que hoy, cualquiera que haya asistido a unas pocas clases de pintura, y tenga en sus manos un smartphone, puede subir sus trabajos a Instagram o facebook, desvirtuando lo que realmente significa el arte y agotando la atención de los usuarios.
Sirva como contraste los datos de un amigo galerista gallego, en una ciudad del tamaño de Cádiz, que tiene previsto superar la pasada campaña de Navidad, en la que logró unas ventas de más de 100 piezas entre diciembre y enero. Este ejemplo evidencia que el problema no es la falta de compradores, sino la manera en que se gestiona y valora el arte en nuestra provincia.
En nuestro caso, muy distinto al nuestro amigo gallego, a pesar del gran esfuerzo que realizamos para dar a conocer nuestra galería y los artistas que en ella exponen, percibimos que el público que nos visita es cada vez más reducido. Esto ocurre incluso cuando, como ya hemos mencionado, nuestra oferta artística se caracteriza por una gran calidad, lo que nos lleva a constatar la vigencia del conocido dicho de "trabajar por amor al arte".
No sabemos cuánto tiempo más podremos sostener esta situación, pero en ocasiones nos planteamos que los recursos que invertimos en mantener la galería podríamos destinarlos directamente a la adquisición de obras de arte, contribuyendo así de forma más directa al apoyo de los auténticos artistas de nuestra tierra. Sin embargo, no debería recaer sobre nosotros el sacrificio de cerrar este espacio cultural para alcanzar un resultado tan pírrico.
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En definitiva, Cádiz tiene potencial para convertirse en un referente cultural, pero necesita replantear sus prioridades y abrirse a nuevas oportunidades. Porque el arte, más que un objeto o un lujo, es una experiencia vital que refleja lo mejor de quienes somos.