Cádiz, esa joya del sur que brilla con luz propia, tiene un encanto tan irresistible que atrae a turistas como moscas a la miel. Y claro, los gaditanos no somos inmunes a los beneficios que traen: nuestros bares, restaurantes, hoteles, tiendas… lo agradecen con una sonrisa de oreja a oreja. De hecho, en
nuestra galería, los turistas son nuestros mayores consumidores de arte, ojo al dato, gaditanos. Pero, como en toda relación, hay cosillas que pueden sacarnos de quicio. Así que, vamos a darle un toque de humor a este asunto de la turismofobia, porque en Cádiz, hasta las quejas se tienen que hacer con sentido del humor.
Queridos turistas: ¡os queremos, pero no a todos a la vez!
Vamos a ser sinceros: nos encantáis. Vuestro entusiasmo por nuestra ciudad es contagioso, pero cuando llegáis en manada, ¡ay, madre mía! Imagina que estás paseando por la calle Compañía, con prisa porque tienes que llegar al
trabajo, y de repente te topas con un grupo de turistas que parece una legión romana haciendo la formación de tortuga. ¿Divertido? No tanto si tienes que estar esquivándolos para llegar a tiempo a tu destino.
Idea al respecto: guías turísticos, ¿qué tal si dividimos esos grupos en equipitos más pequeños? Un poco de matemáticas básicas: grupos pequeños = calles despejadas = gaditanos felices. ¡Todos ganamos! Qué tal si le inyectamos un poco de empatía al rebaño para que no formen un tapón compacto que impide el paso de los que no pasean lúdicamente, y no mermar su paciencia hacia estos todavía queridos grupos? “Separarse un poquito, pisha, que Cádiz es mu chico y nos os vais a perder”
El Altavoz, no es bienvenido
Otro detalle, que aunque parezca menor, puede hacer que al rato de oírlo, uno quiera arrancarse los oídos, o mejor para uno, arrancarle al guía turístico las cuerdas vocales: Los Altavoces. Entendemos que no queráis invertir los jurdeles que os pagan los turistas en pinganillos, porque son más caros, pero, ¿tenemos que escuchar la historia completa de la
catedral, desde que empezaron sus cimientos a todo volumen? Un poco de consideración, please. Los guías con altavoces nos tienen la cabeza como un bombo y no de
carnaval, precisamente.
El Mercado Central NO es Disneyland
Y no podemos olvidar el
Mercado Central, nuestro querido lugar de abastecimiento. ¡Qué maravilla ver a los turistas disfrutando de sus exóticos puestos! Pero claro, cuando hay tres barcos atracados y la plaza está a rebosar de guiris, nos quedamos sin sitio para comprar nuestros tomates. A ver si vamos a terminar con el mercado muerto, como el de La Boquería, que a los locales les resulta tan incómodo comprar ahí, que han dejado de hacerlo, y ningún guiri se va a llevar un kilo de boquerones o de doradas de estero al crucero, para que a nuestros pescaeros les compensen su visita.
Queridos turistas, os rogamos un poquito de sentido común y a los guías, que tienen mucho que aportar a todo esto, quizás planificar unas visitas menos invasivas. Así, todos contentos.
Orden y concierto: un plan para la convivencia
Aquí es donde nuestro excelso y magnánimo
Ayuntamiento, faro de sabiduría y buen hacer, tiene un papel crucial. No estamos hablando de poner trabas al turismo, sino de hacer que la convivencia sea más llevadera para todos. Una tasa turística puede ser un buen comienzo, para dedicarla a su mejora. No creamos que los deseados turistas vayan a dejar de venir por ello. Pero lo esencial es crear unas ordenanzas claras sobre el comportamiento en espacios públicos, obviamente, dirigidas a los guías. Porque, sinceramente, queremos seguir amando a los turistas, y que ellos sigan amándonos a nosotros.
Conclusión: ¡amor y paz, pero con orden!
En resumen, queridos turistas, os queremos, de verdad. Pero queremos amaros sin tener que sortearos por las calles, sin altavoces que nos taladren el cerebro y sin tener que renunciar a nuestro mercado para que fotografiéis la cabeza de un pez espada. Así que, con un poquito de orden y respeto, podemos seguir disfrutando de vuestra compañía sin perder los nervios.
Así que ya sabéis, ¡a disfrutar de Cádiz, pero con cabeza! Y a los gaditanos, paciencia y una sonrisa, que la hospitalidad siempre ha sido nuestra seña de identidad. Se dice que si a un gaditano le preguntabas donde caía cualquier calle, cogía, y te acompañaba hasta ella. ¡Hasta vuestra próxima visita, guiris!
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