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UN HOBBEMA EN CASA DEL CHARCUTERO

José María Díez
28 de julio de 2023

Un Hobbema en casa del charcutero

Mi fascinación por la pintura holandesa del siglo XVII le debe mucho al libro de Anaya de Historia del Arte que utilizamos en COU, allá por el curso 1983-1984. Uno tenía diecisiete años, y una gran facilidad para dejarse impresionar por formas,  olores y sonidos. Recuerdo con extraordinaria precisión que, entre los descansos de las clases, me dirigía con cierto dulzor a
las páginas 528 y 530, donde no me fallaban nunca dos imágenes icónicas para mí, las de dos cuadros que, a lo largo de mi vida, traerían cola, porque, amén de venerarlos hasta la saciedad, fueron también sendos senderos en los que, con los años, descubriría todo un movimiento pictórico de inigualable calibre. El primero de ellos era la Vista de Delft, de Johannes  Vermeer: brillante, vibrante. Y protector, porque, en su contemplación, me sentía tranquilo y a cubierto bajo esos nubarrones de arriba que, más que amenazantes, me resultaban acariciantes. Y el segundo era La avenida de Middelharnis, de Meindert Hobbema. Aún me pregunto por qué esta pieza de 103,5x141 produce en mí tal seducción, y si esta reside en un rincón del cerebro, en la yema de los dedos o en la espina dorsal; me pregunto por qué una y otra vez quisiera seguir el camino hasta llegar al puerto que se intuye al fondo, y del que me percaté sólo cuando pude contemplar esta maravilla, en vivo y en directo, en la National Gallery. Es la luz, sin duda, el aglutinante de todos los secretos del cuadro. Es la luz la que arma el escenario para darle alma, que es decir vida, placidez, confort, tiempo quieto y eterno...

Pero Vermeer y Hobbema son sólo la punta de un iceberg muy sólido. Se estima que en todo el siglo XVII se pintaron en los Paises Bajos sobre unos (¡qué barbaridad!) cinco millones de cuadros, aunque no todos, evidentemente, fueran obras maestras, ni tan siquiera notables. Así lo prologa Peter C. Sutton en el catálogo que publicó el Museo Thyssen-Bornemisza con motivo de la exposición El siglo de oro del paisaje holandés (1995, p. 17). Había por entonces en aquellas tierras una gran pujanza económica debido a la importancia que iba adquiriendo el comercio y la pesca conforme los conflictos con España se iban zanjando. Llama poderosamente la atención leer que, según Peter Mundy (comerciante, viajero y escritor inglés de esa época), profesionales como panaderos, herreros, carniceros y zapateros (entre otros, supongo yo), solían adornar las paredes de sus casas con cuadros que compraban a los artistas nativos; y que, según un tal John Evelyn (otro inglés: escritor y jardinero), había abundancia y disponibilidad de obras, sobre todo en las ferias locales. No es que uno quiera pensar que esta aparentemente agradable tesitura fuera una gran panacea para que todos los artistas del universo neerlandés viviesen como reyes y tuvieran una vida plena gracias a sus interpretaciones de la naturaleza y del paisaje urbano de entonces, pero sí que se te enciende un piloto muy rojo cuando imaginas qué sería de la sociedad actual si, por ejemplo, el charcutero de tu mercado te dijese: Mírame por ahí una vista de la sierra de Tentudía, que de allí traigo yo mis lomos, y me apetece contemplar aquellos amaneceres en el saloncito de mi casa. Una entelequia. Por dos razones:

La primera es que el arte está tirado por los suelos. Peor aún, ignorado. No se educa la sensibilidad para que un hipotético espectador medio (otra entelequia) se plantee en algún momento de su vida adquirir una obra de arte, de la misma forma que se le ha planificado un futuro en el que se incluyen coches, casas, viajes enlatados, teléfonos móviles, ordenadores... Porque, sencillamente, reina una profunda y triste incultura. La segunda razón es que el arte es caro, elitista y  extremadamente antidemocrático. El arte está encumbrado de la peor y torticera manera, está malditamente manipulado, y se halla muy lejos de la nobleza que conlleva el acto de la creación, que, en definitiva, es el acto de la comunicación mediante la sensibilidad. Existe una prostitución de lujo en torno a ese hecho que nos hace más humanos y más sensibles, no sólo al arte en sí, sino también a la vida en general; y que nos aleja del simple funcionariado de existir, con sus gulas, sus cópulas y sus excrecencias. Y esto es así porque del arte sólo viven unos pocos, que no siempre coinciden con lo mejor. Más bien,
coinciden con lo idealmente posicionado para un mercadeo que, muchas veces, resulta engañoso.

Declaro mis máximos respetos a los charcuteros, y pido disculpas por la generalización. Incluso les doy las gracias, porque ellos también nos acercan los paisajes que añoramos con sus sabores, que también nos regocijan el alma. Podría haberme referido a los maestros de escuela, a los talabarteros, a los ingenieros agrícolas, a los agentes de banca... O a los
concejales de cultura (sí, sí; también existen concejales de cultura que no tienen ni idea de qué va este rollo de iluminados). Pero así está el patio. Mientras las televisiones echen comida barata con divos de rizos rubios que dan saltos a la par que cantan con mal gusto, la ópera seguirá siendo un privilegio, un reducido espacio para mover joyas (o para gozar como cochino
en charco, también es verdad); y las salas de exposiciones, extraños espacios donde se venden sueños muy caros e incomprensibles. Son muy pocos los invitados al caviar, tanto los que lo dan todo sobre un caballete como los que cuelgan en sus paredes algunos objetos que compran, simplemente, porque les resultan bellos. Y a todo esto: ¿quién será Hobbema? ¿El
próximo fichaje del Real Madrid?

Obra de la portada: José María Díez. "NOS FUGAMOS POR LA PUERTA DE ATRÁS". Óleo sobre tabla, 60x71,5 cm. 1995

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La creatividad es una fuerza poderosa que en mayor o menor medida reside en todos nosotros, esperando ser liberada y explorada. Aunque a veces pueda sentirse como si estuviera escondida detrás de barreras de dudas y miedos, existen innumerables maneras de despertar ese potencial dormido. Inspirándonos en una variedad de pensadores y artistas que han escrito sobre el tema, exploraremos cómo puedes desbloquear tu creatividad y vivir una vida más plena y rica en expresión. Encuentra tu "Por Qué" Iniciar cualquier viaje creativo requiere primero comprender tus motivaciones. ¿Buscas mejorar tu capacidad para resolver problemas, encontrar un canal para tus emociones, o simplemente añadir más color a tu día a día? Identificar tus razones personales para querer ser más creativo te ayudará a orientar tus esfuerzos y mantener tu enfoque. Crea espacio Los entornos que fomentan la experimentación y el juego son cruciales para el florecimiento de la creatividad. Esto incluye tanto espacios físicos dedicados a la práctica creativa como tiempos específicos del día reservados para explorar nuevas ideas. Un rincón de tu hogar puede convertirse en tu santuario creativo, un lugar donde las musas te encuentren trabajando. Designa un lugar donde puedas explorar tus ideas sin interrupciones. Este espacio físico se convertirá en tu santuario creativo. Rompe con la rutina, pero sé flexible La rutina es a menudo la acérrima enemiga de la creatividad. Introducir cambios y nuevas experiencias en tu vida puede ser justo lo que necesitas para reavivar tu chispa creativa. Esto puede tomar la forma de viajes a lugares desconocidos, la exploración de nuevas aficiones o incluso pequeñas variaciones en tu rutina diaria. Lo importante es abrirte a nuevas influencias que puedan inspirarte. La disciplina puede fomentar la creatividad, pero permite que la espontaneidad rompa la rutina cuando sea necesario. Conecta con la naturaleza La naturaleza es una fuente constante de inspiración para muchos. Un simple paseo por el parque, una excursión a la montaña, o incluso la contemplación de un cielo estrellado pueden ser suficientes para encender una idea. La belleza y la magia del mundo natural tienen el poder de provocar reflexiones profundas y fomentar la creatividad. Reconecta con el mundo natural. La observación de sus patrones y ritmos puede abrir nuevos caminos creativos. Mantén un Diario de Ideas Un diario de ideas es una de las principales herramientas en el viaje creativo, ofreciendo un espacio seguro para registrar pensamientos fugaces, que se perderían si no los anotas, bocetos y sueños. Funciona como un catalizador para la creatividad, permitiendo que las ideas efímeras sean capturadas y desarrolladas con el tiempo. Este diario no solo sirve para anotar palabras; es un lienzo para explorar diferentes medios y formas de expresión, enriqueciendo la experiencia creativa. Al revisar regularmente esta hucha personal de inspiración, se pueden descubrir patrones y conexiones que proporcionan claridad y dirección para futuros proyectos. El Diario de Ideas se convertirá en algo más que un simple registro; se convertirá en un compañero vital en la exploración de la creatividad sin límites, sirviendo como un puente entre el mundo de las ideas y su plasmación en la realidad. Practica el Arte de la Observación Observar el mundo con una mirada curiosa puede ser el comienzo de un viaje creativo. Pregúntate sobre las historias detrás de lo corriente, los colores del atardecer o la textura de lo cotidiano. Aprender a observar el mundo con atención puede abrirte a una nueva forma de inspiración. Ve más allá de la mirada superficial. Cada detalle en tu entorno puede ser el detonante de una idea genial. Rodéate de Creatividad Tu entorno tiene un impacto significativo en tu proceso creativo. Sumergirte en el arte, ya sea visitando galerías, leyendo literatura, o escuchando música, puede motivarte y enseñarte nuevas formas de expresión. Exponerte a diferentes formas de arte, culturas y filosofías puede ampliar tu perspectiva y enriquecer tu obra. Permite el Error El miedo a fallar puede paralizarte. Sin embargo, es esencial recordar que cada error es una oportunidad de aprendizaje. Abrazar tus fallos como parte del proceso te libera para tomar riesgos mayores y descubrir posibilidades creativas que antes parecían inalcanzables. No desesperes, cada fracaso te acercará un paso más a tu próxima obra maestra. Experimenta sin Temor Experimentar sin temor impulsa el crecimiento creativo, animándote a explorar más allá de tu trabajo habitual. Esta exploración no solo enriquece tu obra, sino que también agudiza tu curiosidad y refuerza tu pasión por crear. Cada experimento es una ventana a descubrimientos inesperados sobre tu arte y sobre ti, fortaleciendo el espíritu aventurero de tu proceso creativo. Sal de tu zona de confort. Experimenta con nuevos materiales, técnicas, y temáticas. Comparte tu Trabajo Aunque este punto puede tener muchos detractores, podemos afirmar que compartir tu trabajo con otros es un paso crucial en el viaje creativo, pues la retroalimentación recibida es un recurso intangible. Al exponer tus creaciones al mundo, no solo te abres a un espectro amplio de nuevas ideas y perspectivas, sino que también te conectas con una comunidad que puede ofrecer apoyo, inspiración y crítica constructiva. Este intercambio de ideas fomenta el crecimiento, desafía tus percepciones y, a menudo, te impulsa a superar tu timidez y tus propios límites. En última instancia, compartir tu trabajo enriquece tu proceso creativo, permitiéndote evolucionar tanto en tu arte como en tu desarrollo personal. La retroalimentación es vital. Compartir tus creaciones puede abrirte a nuevas ideas y perspectivas. Tras todo esto, podemos decir que al permitirnos este juego libre de exploración, tejemos una red más rica de experiencias y perspectivas que nutren profundamente nuestro arte y nuestra alma, preparándonos para mirar hacia atrás y reflexionar sobre el viaje emprendido, y con ello llegar a la siguiente Conclusión Desbloquear tu creatividad es un viaje personal lleno de descubrimientos. A través de la exploración, la paciencia y la práctica, puedes abrirte a experiencias que enriquezcan tu vida y tu trabajo creativo. Recuerda, la creatividad está dentro de ti, esperando ser explorada y compartida con el mundo.
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